miércoles, 30 de marzo de 2011

Más que palabras


Quisiera empezar por decir que odio la palabra peatón. No por lo que significa, no porque tenga nada en contra de andar a pie, sólo porque me suena horrible.

Según lo dice la RAE, la palabra viene del francés pietón, que no sé cómo se pronuncia, pero estoy segura de que debe sonar mucho mejor; y se define como (cito a la RAE): “Persona que va a pie por una vía pública”. También existe su femenino, peatona, que, si acaso es posible, suena aún peor. 

Me pregunto entonces si esta falta de gracia de la palabra, tendrá algo que ver con los problemas que los peatones experimentamos día tras día en la ciudad de la eterna primavera. ¿Ética o estética? Fue la pregunta que quedó flotando en el aire este fin de semana después de escuchar a alguien decir que nuestros problemas éticos tiene profundas raíces en una cuestión estética. Y este derroche de vidrios oscuros, inmensas camionetas y alarmas estruendosas, ¿dará para negarlo?

Por qué no usar palabras más sonoras como caminante, transeúnte, paseante o, digan si no, hasta alpinista. Porque hasta eso hay que ser para subir algunas lomas de esta ciudad.

No sé si me equivoco, pero yo creo que si los peatones tuviéramos un nombre más bonito, uno que nos dé orgullo llevar, de pronto, digo sólo de pronto, seríamos más, y los conductores sentirían más vergüenza de echarnos el carro encima.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Aclaración

Antes que nada quisiera confesar que no soy peatona de tiempo completo. Soy usuaria del transporte público, me gusta caminar y aunque me cuesta acostumbrarme, voy también, de vez en cuando, tras el volante. Así pues que toda crítica que en este blog pueda hacerse a los conductores, tendrá que ser recibida por mí misma, porque, tal como la gran mayoría de los ciudadanos “comunes”, tengo la atroz costumbre de criticar acciones que yo misma cometo.