miércoles, 25 de mayo de 2011

Ahora lo entiendo menos


Esta tarde la pasé tras el volante. Fui, volví, giré, avancé y retrocedí, pero sobre todo me estuve quieta, suspendida, atrapada en una situación de quietud desesperada, de quietud atenta y estresante. Cuando se va tras el volante, en la ciudad, las pausas son indeterminadas y absurdas, sin compás, son pausas que no dan pausa. Hay que mantener el pie en el pedal, la mano en la palanca, la mirada en las luces que cambian y los oídos atentos a la señal de arranque.

Detenida en la fila del parqueadero, en la situación sin salida de esa espera (uno que sale-uno que entra), sentía ganas de sacar mi libro y leer. A ratos apagaba el carro para no escuchar más su ronroneo azuzante y luego…  sacar el libro y leer, ¿y si la fila arrancara entre un renglón y el otro?, ¿y si estuviera demasiado concentrada para darme cuenta? Sacar el libro y leer, pero las pausas no son suficientes para una página de lectura, no tienen ritmo, no puede preverse cuando terminarán. Es peor que la fila de un banco, peor aún que la fila de la EPS donde hay que cambiar de silla cada vez que atienden a alguien. Sacar el libro y leer, pero está oscuro y no me atrevo… Mejor esperar atenta, disipar la ansiedad de otra manera.

Adentro ya empieza la charla a la que vengo y yo atrapada en el carro viendo por la reja el lugar. Que fea forma de matar el tiempo, que gasto absurdo… Si solo hubiera venido en bus. Dejar el carro en la casa de mi amiga, subir, pagar, timbrar, bajar, cruzar la calle y listo. Después lo mismo pero al revés.

Ahora lo entiendo menos, que me vuelvan a explicar, ¿Por qué la gente viene en carro a la universidad?



miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Quitar o poner?

La discusión no se reduce a si el parqueadero es caro o la fila larga. No se trata de monedas o de esperas. ¿Más parquederos o menos carros?

Más parqueaderos es lo mismo que decir menos parques, menos árboles, menos pájaros. Es lo mismo que decir menos sitios tranquilos para conversar, para estudiar, para trabajar, para comer. Más parqueaderos es aceptar que no podemos movernos de otra forma, que estamos en lo correcto cada vez que elegimos el carro para no caminar dos cuadras hasta el bus, para no abrir el paraguas, para no subir las escaleras del metro, para no escuchar la emisora del taxi.

Nos engañamos con disculpas que hablan de la seguridad, como si a nadie le hubieran robado mientras esperaba un semáforo en su carro o como si no fuera más tranquilo caminar al lado de los carros que al lado de la gente.

Yo diría menos parqueaderos y tomarnos la ciudad. Para caminarla, para exprimir cada calle, para escuchar algo diferente al tráfico, para ver las montañas temprano cuando empiezan a asomarse entre las nubes.

Caminar entre los árboles, cruzar los parques y subirse al bus a conocer a la gente que vive por la casa de uno. Montar en metro para poder leer en el viaje o coger un taxi para escuchar las historias del taxista.

Por mí, menos parqueaderos (y menos carros). Y al que no le guste la fila, ¡que no la haga!

miércoles, 4 de mayo de 2011

600 pasos


Fue lo que caminé del paradero a mi casa. Los conté para distraerme, porque la loma es dura y hay que hacerla paso a paso. 50, 51… 100, un retoño de balazo a la derecha, 101, 102… 200, dos carros giran y uno sigue derecho, 210, 211… 300, los bichofué cantando en el cable de la luz, 400…450…500, el lugar preferido de la ardilla, 501… 510… 550, un desnivel en la acera, 581, 582, 583… 600 y la entrada.

miércoles, 27 de abril de 2011

Parqueadero o paradero (en honor al día sin carro)


Son muchos los que se quejan, corrección, somos muchos los que nos quejamos de los parqueaderos públicos: las colas, el precio, lo difícil que es parquear o encontrar después el carro. Pero somos pocos los que hemos pensado en cambiar el parqueadero por paradero. 
Y es que lo admito, el carro es una gran comodidad. Ir directamente a donde queremos, poder dejar algunas cosas en la maleta, no depender de los horarios del transporte público y disfrutar de cierta sensación de seguridad.

Pero no crean, montar en bus tiene sus ventajas. Y no solo en bus, también en taxi y sobre todo en metro.

Con $1500 se puede recorrer la ciudad de punta a punta, y si es en metro, sin congestiones. Se conocen personajes de todo tipo, se puede adquirir cualquier clase de producto y se actualiza uno en los reggaetones, rancheras o vallenatos de moda (según el gusto del chofer). Si uno está de buenas y no es tímido, hasta pareja consigue o como mínimo hace amigos de ruta o descubre vecinos o compañeros de trabajo y estudio que nunca había visto. Y al llegar no tiene que preocuparse por dónde dejar el carro para que no le roben los limpiabrisas o el retrovisor.

De cualquier forma hay que admitir que al transporte público aún le falta crecer para atender todas nuestras necesidades en cuanto a rutas, frecuencias y facilidades, en especial para los usuarios con movilidad reducida. ¿Pero pueden imaginarse ustedes, como lo he hecho yo, lo que sería la ciudad a las ocho de la mañana o a las seis de la tarde si en lugar de 200 carros con conductores solitarios y desesperados, hubiera cinco buses o incluso diez micros?


miércoles, 20 de abril de 2011

Vereda, acera o andén


Que las llamen como quieran, pero que construyan más. Que no tengamos que cruzar la calle en cada curva para seguir caminando por ella o ir al borde de la vía o por la cuneta para esquivar los carros.

Que sean amplias, con espacio para las bicicletas y que si viene una caderona, no nos tengamos que bajar a la calle para hacerle espacio.

Que sean frescas, con sombra, llenas de guayacanes y carboneros florecidos, con guayabos, pomos, nísperos y mangos para calmar el hambre. Que los pajaritos nos acompañen los pasos y las hojas nos filtren el aire para no tragarnos entero el humo de los carros.

Y si se puede, que en las lomas nos arrastren, porque hay algunos que vivimos muy arriba.

miércoles, 13 de abril de 2011

Cebra sin rayas


Caminé varias cuadras y dos semáforos buscando la cebra por la que debía cruzar. Al final me lancé a la calle cuando el primer semáforo se puso en rojo, esperé en el minúsculo separador y me lancé de nuevo aprovechando el segundo en el que todos los carros estuvieron detenidos, unos porque ya habían frenado, otros porque apenas hundían el acelerador. ¿Dónde están las cebras?, ¿o es que ya no tienen rayas?

Hace poco escuché sobre una campaña realizada por un periódico de Brasilia varios años atrás, que logró que los peatones aprendieran a cruzar por las cebras y los conductores a detener sus autos delante de ellas cuando había personas listas para cruzar.

¿Podremos hacerlo también nosotros? Esta difícil mientras en los semáforos no haya más personajes africanos que las jirafas inflables para la venta.

miércoles, 6 de abril de 2011

A dedo


Yo vivo en una loma, como muchos otros en esta ciudad, y esa loma es una calle cerrada con tres casas y seis edificios en los que viven muchos carros. Cada vez que salgo a coger el bus a las ocho de la mañana y mientras camino loma abajo, no puedo dejar de mirar los carros que pasan; son en su mayoría camionetas que llevan a un conductor solitario.

Los miro y no dejo de preguntarme cuántos de ellos van hacia el mismo lugar que yo. A veces miro a los conductores a los ojos y me sorprendo de que ninguno se detenga para preguntarme hacia donde voy. Salgo de la misma calle que ellos, voy “bien” vestida y a pie, con nada más que un morral a la espalda, ¿a ninguno se le ocurre pensar que podría acercarme a algún lugar?

Yo lo he pensado a veces cuando manejo y veo a algún peatón solitario. No muy a menudo, lo confieso, y casi siempre con mujeres o personas que conozco.

En la posición contraria y mientras miro el reloj que corre y el bus que no pasa, pienso en que debería hacerlo más a menudo y siento ganas de echar dedo, de pedirle a esta gente que me lleve. Pero, ¿cómo se echa dedo en la ciudad?, ¿con qué gesto se detiene un carro? ¿Hay que estirar el índice o la mano como si fuera un bus?, ¿Hay que levantar el pulgar como se hace a orillas de una carretera? De pronto sería más útil colgarse un letrero: Aguacatala, Las Vegas, EAFIT. Centro, La Playa, Comfenalco.