miércoles, 6 de abril de 2011

A dedo


Yo vivo en una loma, como muchos otros en esta ciudad, y esa loma es una calle cerrada con tres casas y seis edificios en los que viven muchos carros. Cada vez que salgo a coger el bus a las ocho de la mañana y mientras camino loma abajo, no puedo dejar de mirar los carros que pasan; son en su mayoría camionetas que llevan a un conductor solitario.

Los miro y no dejo de preguntarme cuántos de ellos van hacia el mismo lugar que yo. A veces miro a los conductores a los ojos y me sorprendo de que ninguno se detenga para preguntarme hacia donde voy. Salgo de la misma calle que ellos, voy “bien” vestida y a pie, con nada más que un morral a la espalda, ¿a ninguno se le ocurre pensar que podría acercarme a algún lugar?

Yo lo he pensado a veces cuando manejo y veo a algún peatón solitario. No muy a menudo, lo confieso, y casi siempre con mujeres o personas que conozco.

En la posición contraria y mientras miro el reloj que corre y el bus que no pasa, pienso en que debería hacerlo más a menudo y siento ganas de echar dedo, de pedirle a esta gente que me lleve. Pero, ¿cómo se echa dedo en la ciudad?, ¿con qué gesto se detiene un carro? ¿Hay que estirar el índice o la mano como si fuera un bus?, ¿Hay que levantar el pulgar como se hace a orillas de una carretera? De pronto sería más útil colgarse un letrero: Aguacatala, Las Vegas, EAFIT. Centro, La Playa, Comfenalco.

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